sábado, 21 de abril de 2012

domingo, 15 de abril de 2012

Cómo solucionar conflictos familiares

Cómo solucionar conflictos familiares: Por: Stephan Kaiser

En las relaciones que formamos con los restantes integrantes de nuestra familia, puede suceder que surjan diversos conflictos. Una relación ideal (con un hijo, con nuestra pareja o con cualquier persona), no se define por si existen o no existen conflictos. Una relación ideal se crea cuando se resuelven los conflictos que van apareciendo. Aquí les presento mi sencillo esquema de cuatro pasos para conversar con cualquier persona sobre el conflicto que exista en la relación...

¿Qué es el trastorno de conducta?

¿Qué es el trastorno de conducta?: Se estima que entre el 6 y 16% de los varones y entre el 2 y el 9% de las niñas con menos de 18 años de edad sufren del trastorno de conducta con síntomas que varían de leves a graves. Normalmente estos niños sobresalen por un comportamiento disruptivo característico, repetitivo y persistente.

El término “trastornos de conducta” es muy debatido, hay quienes prefieren llamarle “comportamiento disocial” mientras que otros hablan de “conducta desviada”. En el Manual Diagnóstico de los Trastornos...

¿Cuál es el origen de nuestra tristeza?

¿Cuál es el origen de nuestra tristeza?:
Medio: XL Semanal
“Excusas para no pensar” es el artículo que Eduard Punset publica cada semana en la revista XLSemanal y en el que responde a preguntas de los lectores.
Destacado:
Más de un veinte por ciento de las personas están aquejadas por una tristeza inexplicable.

En la mayoría de edad, la tristeza es el resultado de odiarse a sí mismo, y no la falta de cariño de los demás.

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Estaremos en las VI Jornadas de Primavera APOEX – CACERES 21 Abril 2012

Estaremos en las VI Jornadas de Primavera APOEX – CACERES 21 Abril 2012:
Jornadas primavera
Ya son un hecho, las próximas Jornadas de Primavera de APOEX, que se celebrarán el Cáceres el 21 de abril, coincidiendo además con una inmejorable feria del libro en Cáceres, para aquellos que queráis disfrutar además de la ciudad y sus actividades el fin de semana del evento.
Ya está abierto el plazo de inscripción, como os hemos ido informando, este año están certificadas por el CPR de Cáceres. Os dejamos los dos enlaces directos para que podáis inscribiros y para que podáis consultar el programa.
La apertura de las Jornadas será realizada por D. Pedro J. Muriel Tato (Concejal de Deporte y Educación del Exmo. Ayuntamiento de Cáceres) y Dña. Pilar Pérez (Delegada Provincial de Educación de Cáceres). Posteriormente habrá una MESA REDONDA: “Comunidades de Aprendizaje: Marco teórico y experiencia de su funcionamiento en dos centros”. Ponentes: Ana Pizarro (EOEP de Mérida), Profesorado del C.C. “Paideterion” y  del C.R.A. “La Encina” de Valdetorres.  y una segunda ponencia de Orientación Andújar, compañeros de Jaen, que tienen un portal de orientación y recursos educativos, que muchos/as utilizamos. La Clausura de la jornada corre a cargo de D.ª Montaña Royo García (Jefa de sevicios de programas educativos y atención a la Diversidad).
PROGRAMA

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Trastornos de conducta

Trastornos de conducta:

COMPRENDER LAS EMOCIIONES: poder predecir su evolución

COMPRENDER LAS EMOCIIONES: poder predecir su evolución:
www.kinemoions.com
Conocer las emociones es la más cognitiva de las habilidades de la IE. Cuando queremos conocer las emociones tenemos que poder ponerles nombre, preguntarnos por las causas que las motivan, ser conscientes de qué emociones intervienen en las relaciones interpersonales para, a continuación, entender cómo varían, cómo evolucionan y finalmente integrar todo esto con el pensamiento. Como ejemplo David Caruso y Peter Salovey (2005:90) exponen que el enfado, fruto de un sentimiento de injusticia, de la sensación de que nos están tratando injustamente, puede comenzar por algo de frustración, crecer hacia insatisfacción resentimiento y enfado, pudiendo avanzar hasta la ira.
Como en casi todos los ámbitos del conocimiento, existe un lenguaje propio de las emociones que debemos conocer y manejar eficazmente. Cuanta más y mejor información emocional consigamos trasmitir a otra persona mejor serán nuestras relaciones por lo que es necesario además de ponerles nombre conocer sus componentes neurofisiológicos, conductuales y cognitivos. Sin embargo, no existe una única y clara clasificación de las emociones, aunque parece que hay acuerdo en hablar de familias de emociones, que llevan el nombre de las emociones básicas propuestas por cada autor[1].
Ese lenguaje nos tiene que servir para concertar las emociones con los hechos que las generan para encontrar las relaciones emocionales causa y efecto, Para ello será necesario conectar las emociones con los acontecimientos que las causan ya que entonces es cuando podremos conseguir la información que nos da el sentimiento de una emoción. Por otro lado, las emociones son muy complejas y muchas de ellas están formadas por dos o más emociones distintas, de diferentes combinaciones emocionales (ej. Desprecio: parte de rechazo, enfado y algo de felicidad). Las emociones son dinámicas y surgen y se desarrollan según su propia naturaleza y siguen un curso u otro según varíe su intensidad, duración, etc.
Las emociones son importantes porque trasmiten un significado sobre las personas y sobre el entorno y nos ayudan en nuestras relaciones aportando información sobre la otra persona y sobre nosotros mismos. Nos ayudan a comprender la complejidad del otro cuando vemos que en nosotros mismos se pueden dar emociones mezcladas, “dos o más emociones que suelen considerarse contradictorias” (Caruso y Salovey, 2005: 96): como cuando estamos felices pero un poco tristes a la vez. También nos ayudan a planificar el futuro mediante la proyección de posibles escenarios emocionales teniendo en cuenta las personas y hechos que intervienen.
Todo lo dicho anteriormente hace ver que las emociones surgen, varían, se mezclan, etc. y nosotros tenemos que tener una base de conocimiento sobre ellas. La mejora de esta capacidad incluye utilizar un lenguaje específico para poder etiquetarlas, conocer las diferentes familias de emociones, conocimiento lo que las causan, tanto las básicas como las sociales. También necesitamos conocer la intensidad que contienen, si son positivas o negativas en una situación concreta, las combinaciones emocionales que suelen causar y todo esto referido específicamente a nosotros mismos… y a los demás, todo ello para poder ser capaces de poder plantear escenarios emocionales futuros.
Algunos ejercicios que aconsejan los autores que hemos seguido para realizar estos post referidos la mejora de la inteligencia emocional como capacidad intelectual, David Caruso y Peter Salovey, además de profundizar en su estudio, son la creación de un vocabulario emocional propio, basado en nuestras experiencias. También aconsejan que se creen historias para representar la evolución que tienen algunas emociones y a su vez crear diferentes mezclas de emociones que vemos que sean posibles amparándonos, como decíamos antes, en nuestras propias experiencias.
Y ustedes…  ¿Cómo hacen para desarrollar su conocimiento emocional?
  • Bibliografía: CARUSO, David y SALOVEY, Peter (2005). El directivo emocionalmente inteligente. Madrid: Algaba, pp.  89 – 180.

[1] Ver clasificación de emociones de Plutchik, Ekman,  Izard, Tomkins, o de Rafael Bisquerra.

Un enfadado

Un enfadado:
Por Rogelio Fernández Ortea
Estoy enfadado y como en esto de la Inteligencia Emocional dicen que es bueno escribir… pues ahí voy.
A una persona que conozco, y conozco bien, le acaban de detectar un tumor maligno en una mama. Es incipiente,  blando, transparente, de los que no causan metástasis pero que necesita intervención… y me he enfadado. No puedo decir que la vida es injusta porque es eso y mucho más gracias a Dios y tampoco puedo decir que ella no se lo merece, ya que nadie se lo merece… nadie, y ni tan siquiera puedo decir que no es un consuelo la buena solución que va a tener… pero me he enfadado…
Y me he enfadado porque ha veces tengo la sensación de que no he aprendido todavía a vivir. Que no entiendo las cosas, que no sé cómo afrontarlas ni  solucionarlas y además que cuando crees que estás por el buen camino, que estás contento de haber madurado, te viene algo que te pilla verde de nuevo.  Que incluso tener en cuenta la necesaria gestión inteligente de las emociones y desarrollar algunas competencias más no basta para aprender a vivir. Sé que la vida es puro aprendizaje, que hay que vivirla para ir aprendiendo y que no soy nada original al decir esto pero esto es lo que me sale en este momento y como me han dicho que es bueno pues lo digo…. Como ven sigo enfadado… pero ya menos.
Y es que me está costando no acordarme de mi amiga y veo surgir de mí la esperanza y con ella las ganas, de nuevo, de seguir aprendiendo. Aprendiendo de ella, de mi gran amiga, y de cómo está encarando el proceso… e ver su sabiduría en acción. Aprendiendo también de mí, de mis experiencias buenas y malas y de ese convencimiento de que, con sabiduría… mejor con ella, la vida es un proceso digno de ser vivido y reflexionado… y en ello estamos ya sin estar enfadado.
El enfado se me ha ido en la comprensión que la vida es así, tal y como viene hay que cogerla y sobre todo vivirla, caerte y levantarte y aprender, sobre todo aprender y practicar lo aprendido para ser más sabio, para ser más inteligente.
Y de esta manera termino, sin enfado, con esperanza y con unas ganas  tremendas de ver a mi amiga, comer con ella  y salir a dar un paseo por la playa y con la alegría de confirmar que lo que dicen “estos de la Inteligencia Emocional” sirve, y que escribir cuanto tienes ira reduce su intensidad y cambia su dirección hacia emociones mucho más agradables… mil gracias por esta sabia receta.
¿Ustedes han probado esta técnica para regular emociones?¿Conocen alguna otra?   ¿Les gusta vivir?
P. S. Hace tiempo que escribí esto y tengo que decir que a mi amiga le operaron, todo ha ido bien, sigue tan estupenda como siempre… con cuidado pero estupenda. Gracias a todos por haber compartido conmigo esta reflexión y desahogo. y mis mejores deseos para quienes no tienen tanta suerte en la vida. Para todos ellos mi reconocimiento.

Luis Rojas Marcos y la resiliencia

Luis Rojas Marcos y la resiliencia:

Por Arantza Echaniz Barrondo
“La resiliencia es la capacidad de una persona o grupo para seguir proyectándose en el futuro a pesar de acontecimientos desestabilizadores, de condiciones de vida difíciles y de traumas a veces graves” http://www.psicologia-positiva.com/resiliencia.html
Luis Rojas Marcos, doctor y profesor de Psiquiatría de la Universidad de Nueva York, dio una conferencia el 30 de mayo de 2011 en el Paraninfo de la Universidad de Deusto sobre la resiliencia, el optimismo  y otras herramientas clave para hacer frente a los retos ante los que nos encontramos en la vida. Este encuentro era una iniciativa de la Escuela de Liderazgo Eutokia con la colaboración de Deusto Innovación Social. Paso a comentar las principales ideas que yo saqué de dicha conferencia.
La charla empezó con una anécdota buenísima y de gran profundidad. Un amigo suyo epidemiólogo estaba realizando un estudio. Un día se encontraba haciendo encuestas en un pueblo pequeño y le preguntó a una señora a ver cuál era la tasa de mortalidad de la zona. La señora, tras pensárselo un poco, contestó: “Un muerto por persona”…  Esto nos enfrenta a la única verdad inmutable, todos nacemos y un día moriremos. Y en el camino, al igual que le pasa a la hoja que se cae del árbol y vuela al son que le marca el viento, muchas veces nos veremos sacudidos por adversidades; y algunas de ellas amenazarán nuestra vida o la de personas cercanas y nos removerán emocionalmente. Entre estas adversidades fuertes algunas las esperamos (la muerte de nuestros mayores, la llegada de la enfermedad, etc.), pero otras no (una agresión brutal, una catástrofe natural, una muerte violenta, etc.). Los epidemiólogos han hecho estudios y han llegado a la conclusión de que en occidente nos toca a una media de dos adversidades fuertes por cabeza…
En los últimos 20 años se ha dado un avance importante en medicina. Se ha caído en la cuenta de que no basta con curar enfermedades sino que hay que investigar sobre las cualidades que nos ayudan a vivir y convivir. Entre éstas se encuentra la resiliencia, que es un término que procede del campo de la física y que alude a la cualidad que tienen los materiales para recibir un golpe, adaptarse y con el tiempo volver a su forma original. Resiliencia viene de resistencia y flexibilidad.
Veamos algunos componentes que contribuyen a la resiliencia:
  1. Las conexiones afectivas. Quienes tienen un grupo donde se sienten conectados (familia, hijos, comunidad, etc.) se recuperan mejor.
  2. Las funciones ejecutivas: autocontrol, planificación, capacidad de toma de decisiones, la búsqueda de información, etc.
  3. El centro de control interno (muy relacionado con la confianza en uno mismo). Quien en un momento de dificultad pone el centro de control dentro de sí mismo, la supera mucho mejor. Por ejemplo, no puedo hacer nada contra la crisis mundial, pero sí puedo hacer algo para que las consecuencias de ésta sean menores para mí y mi entorno. Y esto funciona aunque no sea cierto; la idea de control sobre la situación da la fuerza para salir.
  4. Una adecuada y calificada autoestima, que tenga una base realista, también ayuda.
  5. El optimismo, que no está muy bien visto en Europa. Sin embargo, en EE.UU. se ha realizado un estudio entre personas creyentes en el que éstos señalaban que cuanto más felices mayores oportunidades de ir al cielo. El optimismo tiene mucho que ver con nuestro “estilo explicativo”. Todos tenemos la necesidad de explicarnos las cosas. La mente humana no tolera demasiado bien el “misterio”. Y este estilo explicativo aplica tanto al pasado como al presente y el futuro. Cambiar este “estilo explicativo”, que se forja en la adolescencia, no es fácil. Uno tiene que ser consciente (lo que exige reflexionar mucho sobre cómo pensamos) y debe tener una motivación para hacerlo, para ir cambiando y probando poco a poco. Es más fácil aumentar el optimismo (el optimista analiza tanto lo positivo como lo negativo; y se queda con lo primero) que disminuir el pesimismo (el pesimista se queda sólo con lo negativo al analizar; el único modo de cambiar esto es tirando poco a poco del hilo de optimismo que todos tenemos y que en algunos cuesta más encontrar).
  6. Personalmente añadiría otro componente importante para mí, que es el sentido (recordemos a Viktor Frankl y El hombre en busca de sentido). Quien ha conectado con el sentido de su existencia tiene mayor capacidad para sobrellevar y superar las adversidades.
También hay factores que impiden o dificultan la resiliencia, el principal de ellos el número de adversidades que uno ha sufrido. Existe la creencia de que cuantas más adversidades mejor; más preparado se está. El sufrimiento en sí no es útil. La lucha por superar el sufrimiento es lo que nos hace conscientes de cualidades y capacidades que no creíamos tener (crecimiento postraumático).
La conferencia terminó con dos consejos finales para vivir una vida feliz y recuperarnos de las dificultades:
  1. Diversificación. Debemos separar las parcelas de nuestra vida; compartimentalizar racionalmente nuestras esferas de felicidad. Por ejemplo, las parejas que se divorcian lo superan mejor si son felices en su trabajo.
  2. Sentido del humor, que ayuda a mirar en perspectiva, a tomar distancia, a manejar las disonancias y contradicciones. Contó que cuando su madre todavía ni si quiera estaba enferma le preguntaron a ver si prefería que le incinerasen o le enterrasen a lo que ella respondió: “Luis… ¡dadme una sorpresa!”.
“En los botiquines debería ser obligatorio el sentido del humor” Luis Rojas Marcos
Paradojas de la vida. Yo tenía uno de esos días que uno piensa: “Mejor no me hubiera levantado”… Afortunadamente, asistí  a la conferencia…

Escuchar con los ojos

Escuchar con los ojos:
Por Arantza Echaniz Barrondo
“Tú encontrarás la solución. Lo único que puedo hacer para que la encuentres es ayudarte a verte a ti misma. Intentar hacerte un buen retrato” (cita de apertura del libro)
Recientemente he leído un libro de Ferran Ramon-Cortés que lleva por título el que encabeza  este post, y que es muy sugerente como todo lo que escribe el citado autor sobre comunicación. Hace tiempo que estoy convencida que un requisito fundamental , y no siempre tenido en cuenta, para una buena comunicación es la escucha, que se debe realizar a través de todos nuestros sentidos. A lo largo del libro el autor presenta cinco claves para conocer a los demás, comprenderlos y conectar con ellos; y lo hace utilizando los pasos para realizar un buen retrato y que paso a comentar.
  1. “Mirar por el visor”. Es necesario cambiar la perspectiva; salir de mí para concentrarme en el otro; dejar de ser protagonista para convertirme en espectador.  Para ello debo parar mi ‘runrun’ interno y escucharle con todo mi ser, también con los ojos. Ésta es la única manera de que se sienta escuchado.
  2. “Encuadrar la imagen”. Una vez en el papel de observador debo conseguir que el otro se abra, que comparta sus sentimientos y que yo pueda ir explorando por los caminos que me va insinuando. Para lograrlo deberé conseguir que el otro se sienta cómodo, en confianza; deberé ser empático y aceptar sin juzgar lo que el otro me dice; y deberé animarle a que concrete, a que me proporcione ejemplos y casos concretos.
  3. “Elegir la luz”. Hay que buscar la raíz de los problemas y conductas para poder crecer. Muchas veces enmascaramos nuestros verdaderos problemas detrás de conflictos puntuales, porque igual ni siquiera nos damos cuenta de cuáles son. Dos habilidades son fundamentales para ello: la autenticidad (para que el otro te sienta cercano, y no que le estás analizando como un profesional) y la proximidad (que ayuda a concentrarse en lo que el otro siente aquí y ahora). “En las relaciones profesionales la amistad es una elección mientras que la confianza tendría que ser una obligación, porque si no hay confianza, los errores, los malentendidos y los conflictos están asegurados” (p.57).
  4. “Enfocar y disparar”. Para ayudar al otro debo ser capaz de captar y comprender lo que siente, que siempre será legítimo e indiscutible. En este proceso ayudan la confrontación (en este momento puedo evidenciar las posibles contradicciones sin herir) y la autorrevelación (exponer una vivencia que se parezca en el sentimiento y que la utilice para ayudar al otro, no para descargarme).
  5. “Revelar”. Se trata de propiciar el autoconocimiento, acompañar al otro hasta que lo descubra y le ponga palabras. Para esto es necesario tener valor (estar dispuesto a involucrarte con el otro, no sentir que el problema es de él, atreverse a decirle lo que hay que decirle) y  ser sincero pero teniendo en cuenta lo que el otro puede aguantar  (no se puede herir en nombre de la sinceridad).
Os animo y me animo a escuchar con los ojos… y con todo el ser…
Bibliografía:
  • Ramon-Cortés, Ferran (2011): Escuchar con los ojos. Barcelona: RBA

¡Allá Tú con Tu Conciencia!

¡Allá Tú con Tu Conciencia!:
blog.de marketingonline.com
Por Carlos López Ubis
Hace unos días presencié en un espacio público la parte final de una conversación –si se le puede llamar así- entre dos personas adultas. No sé cuál era el tema que se traían, pero el tono iba adquiriendo un matiz agrio y de lo que pude escuchar (no tenía posibilidad de escapatoria) se deducían reproches y justificaciones. Aunque intentaban disimular o, al menos, no llamar mucho la atención sus gestos y expresiones eran elocuentes. Una de las personas denotaba enojo y casi furia, la otra expresaba cierto bochorno y azoramiento. Trataban de hablar bajo, pero los picos de tensión emocional nos telegrafiaban a los demás los mensajes más comprometidos. En una de estas, la persona que llevaba la parte más activa de la discusión le espetó con desprecio a la otra: “¡Allá tu con tu conciencia!”. Y ahí se terminó la conversación. Mi mirada sorprendida se cruzó con la mirada turbada de la persona despreciada.
Yo terminé mis asuntos y salí a la calle. Una vez que ordené mentalmente las gestiones que acababa de realizar me vino a la cabeza, de pronto, esa lapidaria frase. Seguramente, la intención de quien la dijo era reprobar un acto de la otra persona, tratando de que esta lo sometiera al juicio de su propia conciencia y se sintiera culpable de algo. Esta explicación me dejó satisfecho pues era coherente con el proceso de la culpa adaptativa.
Sin embargo, algo me resultaba inquietante: la frase en sí misma, la expresión de las caras de los protagonistas, la situación en la que la escuché… o tal vez todo ello. Automáticamente, tratando de darme una respuesta, me puse a repasar mis conocimientos sobre la culpa:
La culpa es una emoción compleja, de carácter social, de origen y desarrollo cognitivo y que está muy influenciada, en su génesis y mantenimiento, por factores sociales, religiosos, culturales, familiares y de personalidad.
…Sentimos culpa o nos sentimos culpables cuando somos conscientes de que hemos contravenido un acuerdo o una norma con nosotros mismos, con alguien cercano, de un grupo al que pertenecemos y en general, de la sociedad.
…La capacidad para sentir culpa surge ya en nuestra infancia, a la par de nuestra maduración psico-afectiva y del proceso de socialización. Todos los humanos tenemos esta capacidad (incluso algunos especialistas dicen que es innata) y está mediada por el mecanismo de la empatía, por lo que cualquier eventualidad en su desarrollo le afectará de manera determinante (los psicópatas parece que no desarrollan la empatía y, por lo tanto, no se sienten culpables de sus actos).
…Podemos distinguir por su origen una culpa social y otra interna. La culpa social está basada en una “autoridad externa” a nosotros (una persona de referencia, nuestro grupo, la sociedad, etc.) que tiene el poder de castigarnos (privarnos de un bien o de afecto), y que implica vergüenza y miedo. La culpa interna proviene de un “malestar interno” generado por nuestra conciencia, la cual nos castiga emocionalmente creándonos intranquilidad, angustia y ansiedad.
Pensé sobre cuál sería la razón por la que aquella persona se debería sentir culpable y el pensamiento se me fue hacia mí mismo. ¡Anda que en más de una ocasión no habré hecho méritos para sentirme culpable! Sobre todo cuando se ha tratado de los sentimientos de otras personas. Esta es un tipo de culpa adaptativa, porque nos ayuda a mantener en la memoria un repertorio de expresiones, cosas, actitudes o situaciones que pueden herir a otra persona, de tal manera que cuando lo utilizamos y percibimos su efecto, el sentirnos culpables nos ayuda a saber qué es lo que hemos hecho mal y tratar de enmendarlo.  
Pero yo seguía sin estar tranquilo. La dichosa frase “¡Allá tú con tu conciencia!” repiqueteaba en mi cabeza y veía la expresión afligida y sumisa de quien la recibió como si hubiera escuchado la sentencia inapelable de un juez.
¿Cómo se estaría sintiendo esa persona? Parecía inquieta, abatida, avergonzada y angustiada. Realmente se estaba sintiendo culpable de algo, la frase había surtido efecto en su conciencia. Porque es la conciencia de cada uno quien nos juzga verdaderamente. El origen de la culpa es social, pero está integrada en los valores propios, y su experiencia es íntima, subjetiva y personal. Aunque no queramos compartir con otras personas nuestro sentimiento de culpa y el hecho que lo genera, no nos lo podemos ocultar a nosotros mismos, es imposible escapar a nuestra propia conciencia. Y también es la propia conciencia quien nos castiga, ya que por lo general no necesitamos que la “autoridad externa” lo haga.
Cada individuo tiene un umbral de tolerancia a la culpa, y de remordimiento y arrepentimiento, que son los otros sentimientos asociados al proceso. Recuerdo un compañero de trabajo al que si se le peguntaba con gesto inquisidor y reprobatorio “¿dónde estabas cuando mataron al presidente Kennedy?”, se ponía a temblar y a dar todo tipo de excusas. Esto, dado su carácter, se lo hacían en broma. Pero el hombre lo pasaba mal, porque hay personas cuyo umbral de tolerancia es muy bajo. Sin embargo hay otras que no lo tienen tanto; pensemos en un malhechor que comete un robo: sabe que lo que hace está mal, pero ha aprendido seguramente a dejar de sentir culpa y, mucho menos, remordimiento y arrepentimiento. 
Sentía pena por aquella persona de gesto doliente. ¿Qué habría hecho? ¿Qué norma o convención habría quebrantado? Y de repente comencé a notar cómo mi cuerpo se alteraba, empecé a sentirme airado y vi delante de mí el gesto amenazante y en tensión del que lanzó la frase como si arrojara una piedra sobre el otro. “¡Allá tú con tu conciencia!” era, desde luego, una sentencia condenatoria en toda regla: “Yo, por el poder que a mí mismo me otorgo, te condeno a que sientas el cruel martirio de la culpa y te desposeo de tu paz interior. Que la angustia te corroa y no encuentres calma ni sosiego”.
Este individuo se arrogaba el derecho de juzgar al otro con un afán desmedido,  por medio de sus reproches pretendía que se sintiera culpable sin darle ninguna opción a la defensa, sus comentarios eran perversos y pretendían desvalorizar a su acompañante. Era sin duda un manipulador, un elemento peligroso y tóxico.
“¡Vaya escenita me ha tocado ver!” pensé. Es como si la ley de la atracción hubiera funcionado: no hay manipulador sin elemento susceptible de ser manipulado y viceversa. Seguramente el manipulado habría crecido en un ambiente muy rígido, donde cualquier hecho poco relevante o apenas trasgresor tenía un castigo asegurado; podría sentir también una falta de control sobre su manera de asumir responsabilidades que le provocara una baja autoestima. También el manipulador podría haber crecido en un entorno similar o en uno en el que la distinción entre el bien y el mal era una línea fina y difusa, y seguro que tenía una auto-percepción y una auto-valoración desmesuradas; podría ser una persona rígida y autoritaria, con miedo a perder el control y a tener que enfrentarse a los propios errores.  
Como estudioso de las emociones creo que la culpa tiene un sentido adaptativo y que es un regulador de las relaciones interpersonales. Nos informa y pronostica las consecuencias adecuadas o inadecuadas de nuestros actos, otorgándonos un sentido de lo que es correcto o incorrecto. Nos ayuda a definir e integrar valores propios y a asumir las pautas y convenciones sociales. Nos lleva a tener en cuenta los sentimientos de los demás y por lo tanto a valorar el alcance de nuestras relaciones. Está anclada en nuestra conciencia, de tal manera que gracias a esta podemos regular nuestros actos sin pensar únicamente en que vamos a ser reprendidos, o en que vamos a sentir miedo y vergüenza por sus consecuencias.
Nuestra sociedad o nuestro grupo de referencia han fijado unas normas y unos parámetros de conducta que regulan nuestras relaciones y nuestra estructura social. Cuando alguien las contraviene o las transgrede –sobre todo si causa un mal- el grupo le castiga por medio del rechazo o de apartarle. Esta circunstancia provoca tristeza (se vive como una pérdida), la cual lleva al individuo a la introspección. Este proceso reflexivo provoca la asunción de la culpa, que se experimenta como pesar (con o sin remordimiento), y pone en marcha el mecanismo del arrepentimiento (pena que se siente por el acto cometido y deseo explícito de reparación). A su vez, este arrepentimiento es comprendido y aceptado por el grupo, que a través del perdón, promueve la reintegración. Este perdón –que también tiene que ser auto-perdón- provoca en la persona un gran alivio y una sensación de bienestar. La percepción del dolor sincero de quien sufre su culpa también genera en el promotor del castigo otro sentimiento importante: la compasión. 
Podemos ver que la empatía está detrás de todo el proceso: si yo no me pongo en el lugar del otro no puedo comprender el daño cometido y la necesidad de reparación, y si el otro no se pone en mi piel no puede sentir mi arrepentimiento y mi necesidad de perdón. 
El problema gordo viene cuando asumimos una culpa que no obedece a un hecho real, cuando aceptamos la propiedad de un acto erróneo que no nos corresponde. También cuando nuestra conciencia actúa reactivamente castigándonos con dureza ante cualquier situación buscando culpables y no responsables, e incluso cuando pone un límite severo a nuestros propios pensamientos. En estos casos la culpa no tiene ninguna función constructiva, es una culpa falsa y no nos ayuda a crecer, por así decirlo, el mecanismo regulador de nuestra conciencia se ha averiado.
Cuando esto ocurre, ¿qué podemos hacer para intentar corregir dicho mecanismo? ¿Cómo nos podemos proteger de los tremendos y perniciosos efectos de la frasecita “¡Allá tú con tu conciencia!”? ¿Qué debemos hacer cuando nos enfrentamos a un manipulador? Desarrollar la capacidad de reflexionar sinceramente, propiciar nuestro autoconocimiento, mejorar las habilidades para resolver conflictos, aprender a relativizar y a desarrollar el pensamiento positivo, darnos permiso para equivocarnos sin juzgarnos, emplear técnicas para proteger nuestra autoestima y, sobre todo, aprender a perdonar a los demás y a uno mismo son parte de una caja de herramientas que todos deberíamos llevar integrada. No olvidemos que la culpa falsa nos ata con cadenas al pasado, condiciona y manipula nuestro presente y nos roba la energía, la ilusión y la esperanza por el futuro.

viernes, 13 de abril de 2012

EL COLOR SE PERCIBE CON LA RETINA, PERO SE INICIA EN NUESTRO CEREBRO Y DESPIERTA UNA EMOCIÓN EN NUESTRO CORAZÓN.....

        







          •  200 gramos de sonrisas
          •  100 gramos de castigos  
          •  1kg de juegos
          •     20kg de besos                                         






                                                                        Y AHORA QUÉ?


     EDUCAR A UN NIÑO NO ES UNA TAREA FÁCIL.  NO BASTA CON       ATENDER SUS NECESIDADES BÁSICAS, A MEDIDA QUE CRECE NO NOS DAMOS CUENTA, PERO CUANDO LLEGA LA ADOLESCENCIA LAS PREGUNTAS EMPIEZAN A INVADIRNOS LA MENTE. ¿QUÉ HABRÉ HECHO? ¿CON QUIÉN SE JUNTA?

        UNA DIETA EQUILIBRADA CONSTITUYE UNA BUENA SALUD PSICOLÓGICA Y EL CAMINO HACIA LA ARMONÍA, DESPERTEMOS DE NUESTRO LETARGO,  SABEMOS QUE VIVIMOS EN TIEMPOS DIFÍCILES.... PERO CONOCER Y HACER USO DE LOS INSTRUMENTOS EN EL MOMENTO ADECUADO, SOLIDIFICA LA INTELIGENCIA EMOCIONAL DE NUESTROS NIÑOS.




En mis andanzas por este camino siempre escucho esa canción, da igual dónde me encuentre, con quién, y el tiempo que pase, por lo que abro las puertas y te invito a crear juntos una página que me permita fundamentar un trabajo reflexivo para poder ayudarte como profesional. 


Muchas gracias por leer este fragmento, por participar y formar parte de este blog, SIN TI, esta página quedaría sin color y no compondríamos la música de esta canción.........


OS ENVÍO  CON CARIÑO ESTAS SONRISAS, DISFRUTAR....